dissabte, 21 de febrer del 2009

dissabte, 14 de febrer del 2009

Esperanza




Dice la sabiduría popular que la esperanza es lo último que se pierde. Esto es sabido por todos, pero lo que pocos conocen es el añadido que, no sin retranca, se suele pronunciar con la boca pequeñita: que la esperanza es la peor de las torturas, puesto que alarga el sufrimiento hasta el infinito.

Corren tiempos complicados. Tiempos oscuros, días que no parecen llevar a ningún futuro, a no ser que entendamos por futuro la próxima declaración de la renta, al próximo pago de la hipoteca, al día en que los niños son mayores y se marchan de casa, al día en que los padres son tan mayores que también se marchan de casa.... Y solamente los ingenuos y los malintencionados pueden creer de veras que el nuevo Mr Danger, el señor Obama, traerá la solución adecuada tatuada en su piel, es decir, en su pigmentación ─no nos engañemos─ ni tan oscura ni tan mágica.

Pero, por otra parte, el uso y abuso sin límites de la crítica tiene un componente desmovilizador, un elemento que paraliza ya que, si nada sirve, si el mundo es mundo desde los primeros albores de la vida y así seguirá por los tiempos de los tiempos, ¿para qué perder energías tratando de cambiarlo? ¿para qué romperse la cabeza, ideando luchas, resistencias y proyectos que ─en el mejor de los casos─ no explotaran en nuestras propias manos?

La respuesta a esta sinrazón no la encontraréis en Lefa en el Llit. No es nuestra misión predicar soluciones: nosotros, en todo caso, somos más de rezar, cada cual a su particular divinidad. El becario, posiblemente, rece a Quentin Tarantino, y el señor Pitu, posiblemente, dedique sus oraciones a su único dios verdadero, que poderoso caballero es Don Dinero.

Yo, por mi parte, me encomiendo a Scarlett Johansson, mi diosa de la fertilidad, y a Jack Daniels, mi dios de la impotencia. Así compenso lo uno con la otra.

En fin, corren tiempos complicados, confusos. Perdonad mi insistencia, no quiero crear alarma social. Para tal fin, ya están los informativos ─por llamarlos de algún modo─ de Antena 3, expertos en recordar al españolito medio lo miserable de su existencia, combinando en tan sólo veinte minutos noticias de sucesos escabrosos con publirreportajes sobre pijadas propias de muchimillonarios; los robos, la violencia de género, la inseguridad ciudadana con las no menos alienantes pasarelas de moda o las convenciones tecnológicas que poco o nada interesan a nadie. Antena 3, en cierto modo, convierte al españolito medio en el miedo del españolito.
El juego de palabras es mío.

En Nou barris, distrito ─todavía─ obrero, que parece que nos da vergüenza tal calificación, maldita sea, nos estamos acostumbrando a que en las puertas de las panaderías haya personas pidiendo limosna, solicitando unos céntimos por caridad. ¿Qué decir? Cuando en un barrio currante y popular hay personas que mendigan, podemos afirmar, con un pequeño margen de error, que los tiempos son chungos, chungos de verdad.

Pero yo os digo:

La pobreza no es vileza. No somos lo que tenemos, no somos lo que podemos comprar, no somos lo que Antena 3 afirma que somos. La contradicción entre la supraestrucura y la infraestructura es sólo un ejercicio intelectual, la separación que un día apareció en ciertos ambientes filosóficos, seguramente con René Descartes a la avanzadilla. Separaron cuerpo y alma, el eje de coordenadas X del eje de coordenadas Y, y ahí empezamos a creernos la mentira. El materialismo es importante, sobretodo si no tienes un lugar donde pasar la noche, y demonios si la espiritualidad NO es importante, sobretodo si a tus acreedores les sirve un aval bancario firmado por Santa Rita, patrona de los imposibles.

Y, en verdad, yo os digo:

Llegará el día en que los niños volverán a jugar a la peonza en la calle, mientras brille el sol de la tarde y las niñas jueguen a las gomas, presumidas y hermosas; llegará el día, por ejemplo y resumiendo, en que Juanito, recién cumplidos los diecisiete años, irá a buscar a Gemma a casa para ir juntos al cine o a fumar porros al parque (tanta precisión no tengo), un domingo por la tarde que podría ser un domingo cualquiera si no fuese porque, al despedirse, se darán su primer beso y se dirán lo mucho que estaban esperando ese momento.
Y volverán al mundo tantas imágenes bucólicas y evocadoras que los mezquinos, los hipócritas y los fascistas se arrancarán los ojos de las cuencas y querrán bombardear los corazones de todas las buenas personas (blancas o negras, hiphoperos o punkys, sin diferencias), pero las bombas, inteligentes como sólo pueden ser ellas, dirán: lo siento, pero esta vez no.

divendres, 13 de febrer del 2009

PEPE SALES


LEFA’M
(Mallorca, 1984)

Lefa’m
Lefa’m blau
Àngel de nit
que passes de mi

Jo de l’amor no sé què dir
En realitat era el coixí
L’àngel no hi és al dematí
I tan sols hi ha lefa en el llit
Visquin les nits, morin els dies

Però lefa’m
lefa’m blau
Àngel de nit
que passes de mi

dissabte, 7 de febrer del 2009

Espiritualitat


- Tu no creus en Déu.

- Que no crec? Clar que sí, el meu passatemps favorit és buscar a déu per tot arreu. Sobretot als bars, amb els colegues.

- Buscar a Déu? Tu?

- Sí, per assassinar-lo, vetllar el cos tres dies i en cas de ressurrecció, rematar-lo! Els romans es confiaren, van dir "D'acord, això ja està fet". No se'ls pot culpar, als romans, d'actuar així. Però cal aprendre dels errors passats.

- Ets tan espiritual com una convenció de telefonia mòbil.

divendres, 6 de febrer del 2009

Los Lunes al Sol



Hay cosas que son atemporales. Verdades como puños.

dimecres, 4 de febrer del 2009

A la gente le gusta mucho hablar

A la gente le gusta mucho hablar. Hay quien habla de la crisis, de a quien le toca fregar los platos, del alma, de que ya no hay sitio en el barrio para aparcar el coche o afirmar cualquier cosa sobre el comunismo (a favor o en contra), o sobre Gran Hermano o Factor X o Mierda Y (dependiendo de lo que vomite la televisión los jueves a la noche), de la cuesta de enero o de las rebajas, del Barça y del Madrid, y algún valiente también habla del Espanyol, o del Sant Andreu incluso. También hay quien solo sabe hablar del amor, y se pasa el tiempo hablando de todas sus historias amorosas que acabaron mal… Lo que, en sí, es un caso muy curioso, porque nadie a quien le vayan bien los temas sentimentales se dedica a ventilarlos graciosamente por ahí. Excepto los bobos y los chulos.

También hay quien habla sólo del trabajo, y esos son los más aburridos. Aunque cuando lleguen a la jubilación, corren el riesgo de descubrir LA VIDA. La vida, amigas y amigos míos, es algo muy grande. Más grande que el rock’n roll y más grande ─no exagero─ que el facebook.

A la gente le gusta mucho hablar. Los que se creen más listos, hablan de libros, de cine, de películas de Woody Allen, de teatro, de química orgánica, de programación de páginas web ─ ésos, ésos son los más aburridos, sin duda─, de la posmodernidad, del conflicto araboisraelí,… Y casi todos, como nadie más juega a su juego y nadie les presta atención, aprovechan para decir estupideces, repetir lugares comunes que llegan desde tiempos inmemorables, y lo hacen con tal convicción, que alguien que esté distraído y de repente pare el oído en esas chácharas sin sentido, hasta puede pensar que algo hay de verdad.

Algún oyente puede pensar que resulta bastante paradójico que yo, precisamente, hable del vicio de hablar sin decir nada. No me ofendo: Joan Pere Lefa no es un ser especialmente profundo ni reflexivo. Y además no me gusta pensar en exceso.

Ahora bien, hay cosas con las que no puedo torear, ni hacerme el sordo. Son muchas y de naturaleza distinta, así que voy a poner un ejemplo. Un ejemplo, ciertamente, polémico.

Es polémico porque en estos días de furia y confusión que vivimos a raíz de la ocupación sionista en Gaza, decir una palabra a favor de los judíos puede ser entendida como un apoyo al genocidio que el estado de Israel está llevando a cabo en los territorios ocupados.

Hace un par de semanas, entre 30.000 y 180.000 personas ─según las fuentes─ nos manifestamos por las calles del centro de Barcelona para decir no a la intervención militar israelí. Digo que nos manifestamos, porque estuve allí. Había personas con eslóganes graciosos, otros que llevaban un zapato atado a un palo a modo de pancarta (en claro homenaje al periodista iraquí que lanzó su calzado a Mr Danger, que diría Hugo Chávez). Pues bien, de entre todos los gritos y protestas, hubo uno que me hizo chirriar los oídos. Ese grito era “Fuera los judíos”.

¿“Fuera los judíos”? Pero, ¿de qué mierdas estamos hablando? ¿Es mejor o peor el judaismo que el cristianismo? ¿o que el Islam? No, ni mejor ni peor. Diferentes. Y no tan diferentes como a algunos les gustaría creer: las tres religiones monoteístas son primas hermanas, o madre e hijas, descendientes de Papa Abraham, que era un señor que hablaba y discutía con Dios, como yo discuto y hablo con Pitu: en confianza y diciéndole las cosas claras. De tú a tú, así se las gastaba Abraham con Dios.

Lo que estas personas querían decir, de buena fe pero erróneamente, seguramente era: “fuera los sionistas”. Alguno, también ingenuamente, quizá pregunte: ¿pero acaso no todos los judíos son sionistas? Pues la respuesta es no, oiga. No todos los judíos son sionistas, de la misma manera que no todos los vascos son de la ETA, ni todos los nacidos en Córdoba son presidentes de la Generalitat de Catalunya.

Pero hay más: podemos ver la diferencia al revés. ¿Todos los sionistas son judíos? Pues tampoco, oiga usted: defender la creación del estado de Israel surgió sin dudarlo de grupos de judíos poderosos, pero hoy en día ─y precisamente en la Generalitat y medios afines podemos encontrar muchos ejemplos─ los defensores del estado de Israel no se limitan a las personas que profesan el judaísmo.

Porque, no lo olvidemos, el judaísmo es una religión. Una religión de donde han salido grandes pensadores, como Karl Marx, Sigmund Freud o Woody Allen, entre muchos y muchos otros. Aunque, todo hay que decirlo, muchos de ellos no creían en Dios, es decir, en su Dios (que por cierto, es el mismo dios de los cristianos y de los musulmanes, el dios que hablaba con Abraham). Pero ésa, sin duda, es otra historia.

Hay quien dice que las religiones son las causas de las guerras. Que el conflicto arabo israelí es a causa de la religión. Esa es una falacia, una mentira, una estupidez que algún día en Lefa en el Llit nos encargaremos de desmontar. Pero hoy no.

Sólo diré, para acabar, que el dios de Sharon y Olmert, el dios de Aznar, Franco y Rouco, el dios de George W. Bush y de Bin Laden, es el mismo dios.